La necesidad de esconder mi parte negativa
- rubiomarcela777
- 12 nov 2015
- 4 Min. de lectura
Los humanos somos mamíferos que sabemos que sin la familia no podemos sobrevivir. Por esto tenemos enorme necesidad de ser aceptados, amados, reconocidos, incluidos y valorados. Como consecuencia aprendemos a moldearnos, a callar lo que verdaderamente deseamos, a manipular, a seducir, a jugar a la vÍctima; escondiendo mis partes incómodas por el miedo a ser excluidos.
Los adultos que nos educaron rechazaron estas partes en nosotros, basándose en sus valores, en los programas de miedo que sus ancestros usaron para adaptarse a su realidad y lograr sobrevivir. Entonces, lo que por generaciones ha sido negado para poder pertenecer, se convierte en la polaridad negativa; todo aquello que escondemos y que se torna inconsciente. Por esto estamos encadenados a las expectativas y limitaciones de nuestro clan y nuestros ancestros, ahora, aún de adultos. Nos pensamos libres pero en realidad somos como robots programados con tan sólo un 5% de consciencia con estos programas controlando nuestra vida.
Esta programación viene en nuestros genes y se va confirmando desde el vientre de la madre hasta los 6 años. Tiene la connotación de no permitirnos expresar libremente nuestra intensidad, espontaneidad, temperamento pues socialmente no es aceptable, creando así la limitación de la expresión de nuestro ser.
Nos identificamos con los comportamientos que recibían elogios, que nuestros padres aplaudían cuando actuábamos de acuerdo a lo que ellos consideraban correcto y esto formó nuestro parámetro del bien y del mal, se creó la imagen ideal de lo que yo debería ser “El tirano interno” que me flagela todo el día, provocándome un sentimiento de no ser suficiente .
Nos desconectamos a tal grado que no reconocemos nuestras necesidades, no sabemos que queremos, no sabemos quiénes somos y tan solo nos identificamos con este 5% de consciencia llena de este deber ser y culpa por no lograr ser lo perfectos que creemos que deberíamos ser para ser aceptados. Este “tirano interno” provoca gran inseguridad, evita que seamos espontáneos, nos hace ser calculadores y crea enorme dependencia de la aprobación del otro y por consecuencia constante desvalorización al no lograrlo.
La verdadera inseguridad viene de estar evaluando todo el tiempo lo que es correcto y aceptado y por consecuencia no poder ser espontáneos, claros, congruentes para expresar lo que deseamos pues aprendimos a no expresar nuestras necesidades para no molestar, para no ser criticados y poder pertenecer. La necesidad de esconder los defectos y nuestros deseos provocan que nos sintamos inseguros pues sentimos que tarde o temprano alguien descubrirá nuestras verdaderas intenciones, nuestras manipulaciones y seducciones. A esto se El Guía lo llama “ La corriente forzante” esa fuerza que quiere obligar al otro a quererme, que nace de no poder expresar mis necesidades, y por lo tanto me la paso manipulando y dependiendo, esperando que el otro las adivine, sintiendo impotencia para poder decir lo que deseo pues siempre estoy calculando como forzarlo a darme lo que quiero sin poder ser claro.
En el fondo estoy muy temeroso de no poder lograrlo; me la paso ideando nuevas formas de forzar y de ocultar mis verdaderas intenciones, desgastándome, enormemente, y frustrándome cada día más, entrando en espacios de desesperanza e impotencia, rechazo, sufrimiento, etc.
VAMOS DE LA NECESIDAD, A LA HERIDA, A LA RABIA, AL DESEO DE VENGANZA, AL TIRANO INTERNO, A FORZAR AL OTRO A HACER MI VOLUNTAD, A QUERER OCULTARLO CON LA MÁSCARA, A LA MANIFESTACIÓN DEL DRAMA DE MI VIDA DIARIA DE DESAMOR QUE SE REPITE Y SE REPITE…
NUESTRO DRAMA DIARIO SE REPITE Y SE REPITE, INTERMINABLEMENTE, HASTA QUE HACEMOS CONSCIENCIA. LA SALIDA DE ESTE CIRCULO VICIOSO ES SENTIR LA HERIDA, EL DOLOR NEGADO PARA CREAR VERDADERA FORTALEZA INTERNA Y RECONECCIÓN.
Como vemos estamos dando vueltas en un círculo vicioso interminable, que empieza con nuestras necesidades insatisfechas desde nuestra edad temprana o desde el útero. A partir de esa vivencia, respondemos a la vida desde el pasado, reaccionando al presente con ese código; creando cada vez más frustración, deseos de venganza y guerra. Sintiéndonos más y más separados de los otros que son nuestros enemigos que nos lastiman; victimas totales y paranoicos. Esto lo ocultamos pues queremos ser aceptados; tratamos de moldearnos, mutilando las partes que son censuradas por nuestra sociedad. Esto nos hace seres altamente manipulables, inseguros y débiles por estar tan pendientes de lo que el exterior quiere de nosotros y desconectados de lo que yo quiero, de mi intuición, mis instintos, mi centro, mi ser real.
En la medida en que vayamos conectándonos con estos instintos, estas emociones negadas, estos impulsos, y tomemos consciencia del placer que nos da esta liberación podremos escoger que deseamos desde el corazón, el centro, asumiendo la responsabilidad de mi vida. El sentimiento de libertad real también libera a los demás pues entendemos, perdonamos y soltamos pues ya no necesitamos encontrar a quien nos salve afuera. Dejamos de hacer “seres especiales”, de idealizar a los otros, de buscar Gurús que esperamos nos llenen, rescaten y nos salven; ya que al encontrar al maestro dentro, encuentro la conexión dentro de mi, desde mi “centro”.
Masivamente, se ha tratado de excluir la negatividad, los defectos, la parte obscura negada, por el anhelo de pertenecer, ser valorados, aceptados, y poder encajar en la cultura, en el clan al que pertenecemos y poder sobrevivir. De aquí la importancia de saber la historia de nuestras familias, para poder descifrar estos códigos, para así poder cuestionar los programas que hemos seguido fielmente.

Texto por: Marcela Rubio
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